Esto se debe a que durante varios siglos, las personas con zurdera fueron asociadas a connotaciones negativas y hasta satánicas (Edad Media). También existían profesores que, siguiendo el viejo lema de: “la letra con sangre entra”, castigaban a sus estudiantes hasta convertirlos en diestros. En la actualidad, muchas investigaciones han demostrado que se trata de una condición cuya causa puede ser genética o gestacional y que nada de negativo hay en ella, más que el hecho de desenvolverse en lugares diseñados para quienes han ejercitado más su lado derecho. Según algunos expertos, los adultos que tienen ya una lateralización definida (como diestros o zurdos) cometen un error común: creer que los niños también nacen con esta lateralidad delimitada y desde antes de que cumplan 1 año, los padres predicen qué mano usarán para escribir. Incluso, les dan lápices para que empiecen a dibujar.
Lo cierto es que comienzan a desarrollar esta predilección a partir de los tres años para fijarla alrededor de los 5. Por eso, si el niño usa notoriamente una mano, más que la otra, durante su primer año, no es un indicio de su lateralidad, sino que podría incluso ser un síntoma de una hemiparesia funcional (parálisis parcial) por lo que, muchas veces, se saltan el gateo, se movilizan de colita, demoran en dar sus primeros pasos y más. Si estas señales no se identifican a tiempo, podrían dificultar el aprendizaje en la etapa escolar. Lo que se recomienda es tener una guía de juegos y estimulación adecuada (no temprana) los tres primeros años, con ejercicios, actividades y pasatiempos. Es fundamental estimular las dos manos, las dos piernas, los dos oídos, durante cada actividad, a medida que crece el bebé. Al hacerlo, se están activando los dos hemisferios del cerebro. Las personas zurdas trabajan más con el hemisferio derecho, que es el que se define la parte emocional e intuitiva. Son buenos para el lenguaje. Los diestros emplean más el hemisferio izquierdo, que regula funciones racionales, lógicas y analíticas. Tienen mejor percepción espacial y para las matemáticas, captan símbolos y conceptos abstractos. Las dos mitades (con diferentes caracteres y habilidades) se comunican entre sí y se necesita de las dos para hacer muchas cosas, aunque una de ellas predomine.
Es fácil descubrir la lateralidad de su hijo. Fíjese en el pie que emplea para chutar un balón, o en la mano con la que abre un caramelo u hojea un libro; lo que debe tener presente es ayudar a su hijo a definir su lateralidad de forma correcta. Y que no incide para nada en la normalidad de un niño el hecho de que utilice perfectamente su lado izquierdo o su lado derecho.
Se deben conocer sus limitaciones en relación a los instrumentos del mundo “derecho” que lo rodea. Es necesario que los padres de familia sean tolerantes y entiendan su dificultad y debe existir respeto para que el niño use los objetos como mejor le acomode de acuerdo a sus condiciones y posibilidades.
A tener en cuenta:
Los niños demuestran su preferencia por un lado de su cuerpo cuando empiezan a cepillarse los dientes, escribir, sujetar un vaso o patear una pelota.
No obligue a su hijo a usar la mano derecha, porque podría causar alteraciones de dislexia o dificultades para aprender a leer y a escribir correctamente.
A nivel mundial, existe un pequeño porcentaje de personas ambidiestras (con capacidad de usar con la misma habilidad la mano izquierda o la derecha).
Fuente: Revista Familia
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