Valentina Pilatova |
Por: Valentina Pilatova como se lo contó a Kristin Bergman
F ui criada como una comunista leal durante la ex Unión Soviética. Mi padre fue dirigente político del partido comunista, y sirvió al gobierno soviético en Rumania, Checoslovaquia, Alemania del Este, y Cuba. Realmente mi familia era muy "roja". Aunque les resulte muy difícil entenderlo, mi padre era una excelente persona. Fue siempre un padre cariñoso, generoso y yo lo amaba mucho. Siento mucha gratitud por todo lo que se preocupó por mí. Mis abuelos paterno y materno murieron antes de que yo naciera. Mis dos abuelas eran cristianas ortodoxas rusas. Mi padre les prohibía que hablasen de Jesús o que orasen. Sin embargo, cada vez que mis abuelas me veían me decían: "¡Valentina, nunca te olvides de orar!".
Aquellas palabras quedaron grabadas en mi mente, y durante toda mi vida oré. Nadie me enseñó cómo debía hacerlo, y tal vez no lo hacía en la forma "adecuada", pero oraba. Nunca aprendí a confesar mis pecados al Señor, ni agradecerle por todo lo que había hecho por mí. Todo lo que sabía en cuanto a la oración era pedirle cosas a Dios. No tenía idea de lo que era el arrepentimiento ni menos qué era eso que llamaban pecado. El concepto de pecado y salvación estaba totalmente ausentes en la Rusia moderna antes de la perestroika. Sin embargo, Dios respondió muchas de mis oraciones. Dios siempre sabe cómo está nuestra relación con él; y estoy convencida de que su paciencia es tan grande como para comprender y respondernos, aún cuando no oremos en la forma "correcta".
Mi primer contacto con la Palabra de Dios
Inmediatamente al comenzar la perestroika, se podían conseguir Biblia. Cada vez que estaba en una tienda veía una Biblia a la venta. Aunque tenía muchos deseos de comprarla no podía porque eran muy caras, y siempre me decía a mí misma: "El mes que viene, con mi próximo sueldo me compraré una".
Cierto día, un grupo de pastores americanos fueron al colegio donde yo enseñaba inglés para entregarles publicaciones religiosas a los alumnos. Como yo podía hablar en inglés, me invitaron a almorzar y me dejaron algunos libros. Mientras revisaba esos libros, vi que entre ellos había un Nuevo Testamento escrito en ruso moderno. Yo no podía dar crédito a mis ojos. Mi alma vibró de entusiasmo y corrí a casa y lo estuve leyendo durante dos días y dos noches. Me sorprendió tanto lo que leí que estuve dos días con fiebre. No estaba enferma; era debido a mis emociones, era como si una luz repentinamente hubiese iluminado mi cerebro.
Siempre me gustó leer, especialmente las obras clásicas. En mis lecturas buscaba la verdad, la esperanza, el amor, y el significado de la existencia. El régimen soviético había declarado fuera de ley la religión, pero algunos escritores como Dostoievsky --él es mi autor ruso favorito-- trataban en sus libros acerca de ideales cristianos, y yo había absorbido todas esas ideas, pero no fueron suficientes; sólo me sentí realizada cuando leí el Nuevo Testamento. Esa experiencia fue impresionante.
Mi contacto con los adventistas
Los evangelistas que me dejaron el Nuevo Testamento eran Presbiterianos, pero el chofer del microbus y el traductor eran adventistas. Ellos me indicaron dónde había otros adventistas en mi ciudad de San Petersburgo. Visité la iglesia central de la ciudad y estudié durante un año con el pastor A.I. Romanov (actualmente presidente de la Asociación del Noroeste de Rusia). Me bauticé el 3 de mayo de 1992.
Mi padre y mi madre viven en la ciudad de Königsburg. Cuando llamé a mi padre y le conté de la Biblia y los estudios que estaba tomando, se disgutó mucho. "Esos son agentes de la CIA que quieren destruir a Rusia --me dijo--, son propagandistas, ¡no les creas ni una sola palabra! Mi padre se crió como ateo y toda su vida creyó que Estados Unidos era el enemigo, siempre buscando alguna forma de destruir a la Unión Soviética.
Durante el verano de 1993, John y Lone Vrunt, y Darold y Bárbara Bigger del Colegio de Walla Walla vinieron a San Petersburgo con un equipo de evangelismo para llevar a cabo reuniones. Debido a mi conocimiento del inglés me convertí en su intérprete. Con su ayuda construimos una nueva iglesia en Pushkin; y esa es en estos momentos una de mis iglesia favoritas.
También traduje y ayudé a los miembros de los equipos Operación Bearhug que visitaban Rusia. La Operación Bearhug, comenzó en la Unión del Pacífico Norte, y es la que ayuda en los contactos entre adventistas rusos y americanos. Equipos de estudiantes y egresados del colegio de Walla Walla estuvieron durante un año en San Petersburgo como profesores de inglés y Biblia en la Universidad del Transporte de San Petersburgo. Soy el nexo principal entre esos equipos y el profesorado de la universidad.
Una experiencia nueva
Durante el verano de 1994 me invitaron a visitar los Estados Unidos para conocer el colegio Walla Walla y varias otras iglesias adventistas del área. Justo antes de salir llamé a mi padre. Para mi gran sorpresa y felicidad, me contó que ¡él y mamá habían comenzado a estudiar la Biblia en casa! Es tan grande mi felicidad al saber que Dios ha comenzado a obrar en las vidas de mi familia, así como lo hizo en mi vida.
Mi anfitrión en el colegio de Walla Walla fue Roland Blaich, director del Departamento de Historia y Filosofía, y organizador de la Operación Bearhug local. Visité los cursos y hablé en diferentes iglesias del lugar. La experiencia me permitió mejorar mi inglés. Me encantó el tiempo que pasé allí. Pude comprobar la diferencia que hace una educación cristiana en la vida de los estudiantes. También me presenté en la televisión local y allí conté mi historia.
Después fui al sur de California y hablé en la iglesia de la Universidad de Loma Linda. Por mucho tiempo había sufrido de mala visión. Me costaba leer, ¡y un traductor debe ser capaz de leer! Temía que necesitase una cirugía. Sin embargo, en Loma Linda un equipo de especialistas en oftalmología me dio lentes que hacen mi visión casi perfecta, y no tuve necesidad de cirugía.
Salí de los Estados Unidos para regresar a mi tierra natal y a mi enseñanza, con el sueño que podría regresar pronto a un lugar donde hay libertad y donde se estimula la iniciativa y la creatividad.
En estos momentos realizo trabajo voluntario como la principal traductora para la Asociación del Noroeste de Rusia en San Petersburgo y alrededores. Cuando las personas de otros países se enteran que soy adventista sólo desde 1992, dicen: "¡Pero usted es una adventista muy nuevecita!". Pero en Rusia me consideran que soy "una antigua y experimentada" adventista. El 95% de los adventistas en Rusia son nuevos en el cristianismo. Cuando comenzaron las cruzadas de evangelismo adventista en Rusia, luego de la perestroika, había sólo 70 adventistas en el gran San Petersburgo (un área urbana de casi 9 millones). Actualmente tenemos 2.000 miembros de iglesia.
Rusia está pasando en estos momentos por una crisis. Muchas fábricas y pequeñas empresas han quebrado. El futuro es incierto. Hay mucho desempleo por todas partes. En medio de toda esta situación la iglesia debe realizar su obra. Sus dos necesidades fundamentales son: edificios de iglesias y educación para nuestros miembros y pastores. La iglesia rusa necesita de las oraciones de ustedes.
Fuente: Dialogo Universitario
0 comentarios:
Publicar un comentario