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La Mentira

La Mentira es faltar a la verdad a sabiendas. Es una afirmación falsa que crea una idea o una imagen también falsa. Pero la mentira “tiene patas cortas”, es decir, que no llega muy lejos; porque los mentirosos tienen que tener ante todo muy buena memoria, si no quieren ser descubiertos.

El que miente necesita falsear la verdad para dar una imagen diferente de la que realmente tiene. No está conforme consigo mismo y en lugar de mejorarse auténticamente se oculta tras una máscara o disfraz inconsistente. Una mentira es el comienzo de una cadena de mentiras infinitas que hace que el mentiroso produzca en los demás una imagen de personalidad caótica...Continúa...

La personalidad paranoide es fabuladora porque se siente perseguida y criticada y necesita continuamente reivindicarse. El miedo a perder la imagen falsa crea mucha tensión y angustia y se pierde mucha energía mintiendo. La mentira tiene la función de fabricar personas y mundos falsos que hasta el que los inventa se los cree.

Una vez que se ha instalado el hábito de mentir es muy difícil salir de él; porque la confianza de los otros se pierde diciendo una sola mentira y para recuperarla pueden pasar muchos años. Además, el que miente se está mintiendo a si mismo convirtiéndose en alguien irreal que no existe.

Hay muchas formas de mentir. Están las mentiras piadosas que son para no herir susceptibilidades, aunque siempre es mejor pecar por omisión antes de caer en una mentira.

También hay mentiras colectivas, como las noticias de los diarios, las revistas, la radio o la televisión que la mayoría de las veces responden a intereses espurios.

Hay mentiras familiares, que son las que sostienen a algunas familias, que aunque mientan todos por lo general igualmente se desmoronan.

Leemos mentiras históricas en muchos libros porque lamentablemente nadie puede ser objetivo contando un hecho del pasado con absoluta fidelidad, porque no puede evitar agregarle datos de su propia experiencia o ideología.

Y por supuesto hay muchas mentiras políticas que todos hemos podido comprobar después de las elecciones. En realidad, vivimos en una sociedad mentirosa donde todos nos manejamos con tacto, que en última instancia significa mentir.

Siempre se puede cambiar este modo de ser, comenzando por emprender la maravillosa aventura de ser sincero y aprender a valorarse. El mentiroso cree muy en el fondo que es despreciable y desde esa baja autoestima surgen las mentiras; que en definitiva son inútiles porque la verdad siempre se filtra por algún lado.

El que miente es como un barco que hace agua hasta que se hunde irremediablemente en lo más profundo, a veces perdiendo lo que más quiere. El que quiere cambiar puede hacerlo sea quien sea, lo importante es querer hacerlo, porque querer cambiar es ya haber cambiado.

Según el investigador de mentiras de la ciudad de Heidelberg, Alemania, Klaus Fiedler ni la mitad de lo que decimos es verdad y la misma cantidad de veces nos mentimos a nosotros mismos.

Muy a menudo nos apartamos de la verdad sin darnos cuenta. Lo hacemos por cortesía, por ejemplo si alguien nos pregunta si nos gusta su peinado, nos da no sé que decir que le queda mal, para no hacer sentir mal a la persona, también puede mentir por temor, para no causar dolor, por ejemplo un doctor no le dice a su paciente que le quedan pocos días de vida, hay personas que mienten acerca de su edad, para hacer creer que son más jóvenes; pensemos en los abogados que para defender a su cliente inventan mentiras; un vendedor de autos usados va a mentir acerca del real estado en que se encuentra el vehículo; los predicadores muchas veces se inventan una historia para enriquecer su sermón, y así podemos seguir etc, etc.

En este tiempo en que nos ha tocado vivir, la mentira es tomada a la ligera o es considerada aceptable, las personas hablan de mentiras blancas o mentiras piadosas, para distinguir las mentiras dichas con el sólo propósito de dañar a una persona. Pensemos que ni siquiera podemos actuar como testigos falsos, aunque nos lo pidan con la intención de “ayudar” a otra persona, en el libro de Proverbios cap. 19: 5 dice: “El testigo falso no quedará sin castigo y el que habla mentiras no escapará”.

Hay algo muy serio en el libro de Apocalipsis 21:8 leemos: “Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idolatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda”.

Puede ser que a los seres humanos, no les importe lo que otros piensen de las mentiras, pero sí nos debe importar cómo ve Dios la mentira. En el libro de los Proverbios 3: 3-4 se encuentra el siguiente consejo: “Nunca se aparten de ti la misericordia y la verdad; átalas a tu cuello, escríbelas en la tabla de tu corazón; y hallarás gracia y buena opinión ante los ojos de Dios y de los hombres

Continuando la lectura en el libro de Proverbios 6: 16-17 y 19 encontramos: “Seis cosas aborrece Jehová y aún 7 abomina su alma:

¨ Los ojos altivos
¨ La lengua mentirosa
¨ Las manos derramadoras de sangre inocente
¨ El corazón que maquina pensamientos inicuos
¨ Los pies presurosos para correr al mal
¨ El testigo falso que habla mentiras
¨ Y el que siembra discordia entre hermanos

La mentira no tiene colores, mentira es mentira y faltar a la verdad es PECADO. Nada mejor que ser personas transparentes y honestas, si nuestro mundo fuera habitado por personas de pensamientos puros, tendríamos un mundo equilibrado y justo, pero eso solo lo tendremos en el cielo.




Fuente: Mundo Actual
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