Por Arnulfo Román
Hoy, a pesar de los siglos que llevamos sobre esta tierra y a pesar de los grandes logros y avances en todos los campos de la ciencia, aún existen muchos interrogantes con relación a estos tres temas: los ovnis, las apariciones misteriosas y el contacto con los muertos. El hombre ha recurrido a todas las fuentes habidas y por haber en busca de una respuesta segura y precisa con la cual pueda confirmar con certeza la veracidad de estos fenómenos. Aunque estos estudios han podido confirmar la existencia de estos fenómenos, lo que aún no han podido confirmar es el origen o la fuente de dónde provienen. Son innegables las apariciones de ovnis en diferentes lugares del planeta, según se puede confirmar en algunos videos. También son innegables las diferentes apariciones de “la Virgen”, también en diferentes lugares de la tierra, con sus mensajes particulares. Tampoco podemos negar que muchas personas han logrado comunicarse “con sus amados ya fallecidos”. Estos fenómenos han sido y serán objeto de serias y profundas investigaciones; ya no para saber si son reales o no, sino para conocer su fuente u origen.De todo lo dicho hasta ahora, solo hay un hecho que en lo personal me llama mucho la atención, que es el motivo del presente artículo. Es el hecho de que las investigaciones usan muchas y diferentes fuentes, menos una. Esta, a mi modo de ver, es la única que tiene la respuesta más segura y confiable que jamás podamos obtener con relación a estos temas. Esta fuente es nada más y nada menos que la Biblia. ¿Por qué es la más segura y confiable? Sencilla y llanamente porque es la Palabra de Dios. ¿Cree usted que hay acaso otra fuente más confiable? No la hay. Si la hubiera, ya las investigaciones hubieran terminado. Muchos se preguntan por qué nunca se cita la Palabra de Dios en este tipo de investigaciones. La respuesta es que, desafortunadamente, las personas que se dedican a investigar este tipo de fenómenos tienen un concepto muy personal y muy equivocado de la Palabra de Dios, y piensan que la Biblia no tiene nada que decir acerca de estos asuntos. La Biblia es la única que tiene la respuesta verdadera a todos estos interrogantes. He aquí el por qué: la Biblia menciona el hecho de que en el cielo hubo una gran batalla (Apocalipsis l2:7-l2), y como resultado de esta guerra los perdedores (los ángeles caídos) y su líder (Satanás) fueron lanzados a la tierra. Estos seres llenos de odio contra Dios y sus criaturas conviven invisiblemente en medio de nosotros. Están, si se lo permitimos, a nuestro lado, hombro con hombro, tratando de hacer el mayor daño posible a la humanidad; y su objetivo principal es borrar de la mente del hombre el nombre de Dios y apartar la criatura lo más lejos posible del Creador.
¿Qué son los ovnis?
En Efesios 6:l2 al l8 leemos que estos seres poderosos luchan contra nosotros para confundirnos y atraparnos en sus mentiras y engaños. En 2 Tesalonicenses 2:9 al l0 y en San Lucas 2l:ll se registra que harán grandes señales y prodigios mentirosos y grandes señales en el cielo. El propósito de estas señales es crear confusión y preparar las mentes para engaños mayores. En ninguna parte de la Biblia se nos dice que seremos visitados por seres de otro planeta. La tierra siempre ha sido visitada por ángeles del cielo que vienen y van invisiblemente y, siempre que ha sido necesario, se han hecho visibles al ojo humano. La Biblia está llena de testimonios de hombres que han visto y han hablado con ángeles. Apocalipsis 19:l0 es uno de esos ejemplos.
Apariciones de la Virgen.
Este es un tema muy delicado y sensible para muchos creyentes. Coincidimos con ellos en cuanto a la santidad y honorabilidad de la Virgen María, mujer virtuosa y bendita entre todas las mujeres por haber sido elegida por Dios para llevar en su vientre y dar a luz a nuestro Señor Jesucristo. No se conoce en la historia de la humanidad otra mujer que la iguale en pureza, humildad y santidad. La Virgen María, según lo muestra la Palabra de Dios, es un ejemplo de mujer digno de imitar. Lo que muchos no aceptan o no entienden es que ella fue un ser humano, como usted o como yo; y como todo ser humano, un día su vida llegó a su fin y en algún lugar de la tierra fue sepultada y sus restos aun se encuentran ahí, esperando el día de la resurrección para volver nuevamente a la vida. Ella, al igual que todos los seres humanos que han muerto, está esperando ese día para ver cuál será su destino final. San Juan 5:28 al 29 nos dice que algunos saldrán de sus tumbas para recibir vida eterna y otros para recibir muerte eterna. Bien sabemos que María se levantará para vida eterna, pero mientras tanto ella descansa en su tumba.
Si alguien conoce algún texto bíblico que indique que la virgen María vive y que está en el cielo o en cualquier otro lugar, me gustaría conocerlo, porque yo no lo he podido encontrar. Y si ella está en su tumba, ¿quién es ese ser que aparece en la forma de ella? ¿Quién es ese ser que aparece en la sesiones de médiums donde se invocan a los muertos? Una vez más la respuesta está en Efesios 6:l al l8 y 2 Tesalonicenses 2:9, l0. La Palabra de Dios es clara en cuanto al estado de los muertos. Eclesiastés 9:4 al l0 dice que no hay ninguna comunicación entre los vivos y los muertos, y en el capítulo 3:l9 al 20 dice que el proceso de la muerte de las personas es el mismo que el de los animales.
Hay una parábola en S. Lucas l6:l9 al 3l que, leída a la ligera pareciera dar a entender que sí existe comunicación entre los vivos y los muertos. Pero como parábola al fin, no enseña que se trata de un hecho real; todas las parábolas de Jesús fueron ilustraciones con fines didácticos. Lo que Jesús estaba tratando de enseñar en esta parábola era el hecho de que después de muertos no tenemos más esperanza de salvación. “Al pecador después de muerto no hay rezo ni vela que lo salve”, dice el refrán popular. Y es cierto. La oportunidad de salvación es hoy y ahora, en vida. Jesús usó esta parábola para enseñar que después de muerto ya no hay esperanza, pues estaba hablando a un grupo de personas que tenían esta creencia según lo podemos comprobar en el mismo relato.
La cuestión era: ¿Pero después de muertos qué pasa con el alma y el espíritu? Para contestar esta pregunta tenemos que entender primero qué es el alma y qué es el espíritu. De acuerdo con Génesis 2:7, el hombre no tiene alma sino que el hombre es un alma. De acuerdo con este versículo, el alma es el resultado de una ecuación: Materia (polvo) + espíritu (el soplo de vida; chispa de la vida) = alma. El espíritu genera la vida, y proviene únicamente de Dios; y a él vuelve el día que fallecemos (Eclesiastés l2:7). Del mismo modo, la energía eléctrica vuelve al generador cuando bajamos el interruptor. En otras palabras, el proceso de la muerte es como invertir el proceso del inicio de la vida, en este caso sería: materia-espíritu= 0 (nada). El alma es el resultado de la unión de la materia con el espíritu (soplo de vida).
¿Dónde estaba usted antes de nacer? ¿Quién era? Simplemente no existía. Así será cuando Dios lo llame al descanso: ya no existirá. Dios le devolverá la vida a usted y a todos los muertos en ocasión de su segunda venida (S. Juan 5:28-29). Recuerde que la creencia de que el alma y el espíritu no mueren es la única puerta abierta para el espiritismo que Dios condena (Levítico 20:27; Deuteronomio l8:l0; l Crónicas l0:l3, l4; Isaías 8:l9, 20, y 47:l3, l4). Si fuese verdad que seguimos viviendo después de muertos, entonces seríamos inmortales. Moriríamos aquí y seguiríamos viviendo en otra dimensión o en otra vida. En l Timoteo 6:l6, la Biblia nos enseña que el único que tiene inmortalidad es Dios. La Palabra de Dios dice que la paga del pecado es muerte (Romanos 6:23) No dice que la paga del pecado sea vida eterna, ya sea en el infierno o en algún otro lugar. Al final de la historia de la humanidad, no quedará ni raíz ni rama del pecado ni de los pecadores (Malaquías 4:l).
Pero ese no debe ser nuestro destino. La Palabra de Dios dice que Dios envió a su Hijo para darnos vida eterna (S. Juan 3:16). ¿Aceptará usted la vida ofrecida por Cristo?
Fuente: El Centinela
0 comentarios:
Publicar un comentario