El presidente de la iglesia dice que el 11 de septiembre nos recuerda que el mundo es un "campo de batalla" |
En la década de 1970, pasé unos siete años trabajando en la zona metropolitana de Nueva York. Allí aprendí a respetar e interesarme por los habitantes de esa región. Los ataques me recordaron que la vida es muy frágil y que es importante mantener una estrecha conexión con Cristo todos los días mientras compartimos con otros nuestra esperanza de un mundo mejor cuando termine el conflicto entre Cristo y Satanás al momento de la segunda venida.
Agradezco que la Iglesia Adventista pudo ayudar y ministrar a muchos en Nueva York y Washington durante esos momentos difíciles. Es una bendición que este ministerio continúe en esas y otras muchas ciudades.
Esta semana se cumplen diez años de la tragedia. Muchos fuimos cambiados para siempre por el dolor y el sufrimiento que experimentamos ese día, y por las historias que escuchamos. Al mirar a nuestra iglesia diez años después, veo un grupo de dedicados creyentes que son faros de paz y justicia en el mundo. Veo una comunidad de fe que alivia el dolor y el sufrimiento actual, pero que señala a una tierra renovada. Juntos anhelamos ese día cuando la pérdida de vidas humanas sea un recuerdo distante y Cristo ponga fin a la muerte, las lágrimas y el sufrimiento. Como lo afirma el libro de Apocalipsis, su segunda venida y la Tierra Nueva pondrán fin al sufrimiento y al pecado.
El 11 de septiembre de 2001 se nos recordó que el mundo es un campo de batalla. Las fuerzas del bien y del mal están en pugna, y se pierden vidas inocentes. Pero sabemos que esto tendrá fin. Nuestra esperanza está en el Salvador, que comparte nuestro dolor y tiene la solución para los problemas que enfrentamos. Es un privilegio leer su plan de salvación en la Biblia, la Palabra con autoridad de Dios. No importa la batalla, y aunque el mal parezca aventajar al bien momentáneamente, recordemos que finalmente Dios "destruirá a la muerte para siempre, y enjugará Jehová el Señor las lágrimas de todos los rostros" (Isaías 25:8).
Mi esperanza es que sigamos siendo una iglesia que se una para mostrar el amor de Dios a los amigos y vecinos, en momentos de gozo o adversidad. Es mi esperanza que en medio del recuerdo de la tragedia, compartamos el mensaje de esperanza mientras aguardamos el pronto regreso de Cristo. Que sintamos ánimo y consuelo en lo que Dios nos dice en Jeremías 29:11: "Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz y no de mal, para daros el fin que esperáis". Renovemos nuestros esfuerzos personales y como iglesia para compartir esa esperanza con otros en palabras y servicio cristiano para la gloria de Dios.
Fuente: news.adventist.org/es
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