H ay una gran preocupación en todo el mundo acerca de los programas de educación sexual y de prevención dirigidos a los adolescentes para protegerlos de contraer enfermedades de trasmisión sexual, como el VIH/sida, o los embarazos indeseables...
Con alguna excepción, en la mayoría de los países la tendencia general es que los adolescentes se inicien más temprano en la actividad sexual genital sin la preparación necesaria, con los consecuentes riesgos. Esta preocupación ha producido una cantidad muy grande de investigaciones y de presentación de propuestas para evitar los riesgos y alcanzar una sexualidad saludable.
La política tradicional de los Estados Unidos en educación sexual se ha fundado en el fomento de la abstinencia y en informar acerca de los métodos anticonceptivos (ver en bibliografía Lindberg). Los resultados no lograron elevar la edad del inicio de la actividad sexual. Esta metodología tampoco dio resultados en otros países, como Colombia (ver Campo), Cuba (ver García), Chile (ver Vigil) y Brasil (ver Berdugo). Aunque los adolescentes escuchan a sus padres que les hablan de abstinencia, sus comportamientos van en otra dirección, y por ello no comparten sus experiencias para evitar las recriminaciones. Esta resistencia silenciosa genera aun más dificultades para ayudar a que los hijos tengan una sexualidad sana y libre de altos riesgos (ver Jones).
Las investigaciones han encontrado que la abstinencia sexual tiene importantes beneficios: mejora el número de los espermatozoides y el volumen del semen en los hombres (ver De Jonge); es el mejor método de prevención de las enfermedades sexuales y los embarazos indeseables; genera las mejores condiciones emocionales para la madurez sexual. Pero también se ha descubierto que la promoción de la abstinencia fracasa cuando los jóvenes ya han iniciado una vida sexual activa (ver Sather y Zinn), por lo que se sugiere, además de incentivar la abstinencia, la realización de programas de prevención más completos.
Un estudio muy completo de evaluación de los modelos de educación sexual (ver Vigil) propone que los programas de prevención se basen en los siguientes principios para obtener mejor resultados:
- Que estén fundados en la promoción de un estilo de vida saludable. Por ejemplo, incentivar la actividad física y evitar el tabaco y el alcohol.
- Que incluyan a los padres, para lograr su mayor participación y mejorar el nivel de comunicación con sus hijos adolescentes. Los padres pueden enseñarles técnicas de negación, y advertirles acerca de las situaciones de alto riesgo en las que podrían encontrarse. Por ejemplo, las parejas de adolescentes no deberán encontrar tiempo y espacio para estar solos.
- Que contrarresten las influencias sociales y de los medios de comunicación con firmes valores de familia y conductas saludables.
- Que consideren el entrenamiento en técnicas de negación consistentes y adecuadas a la edad y entorno social del adolescente.
- Que actualicen la información científica acerca del valor de la abstinencia.
Fuente: El Centinela
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