El pecado, sin duda un tema muy importante en la vida de cualquiera.Como cristianos creemos que Cristo venció al pecado y que nos liberó de el, pero también es cierto que día a día cometemos errores, muchas veces yendo abiertamente en contra de los valores que profesamos.
¿Qué pasa cuando un cristiano peca? ¿qué piensa Dios de el o ella?. Son cosas que me pregunto a menudo. Cuando cometemos pecados sentimos que se va creando una brecha entre Dios y nosotros, que nos vamos separando de El, y así se vuelve cada vez más fácil caer y caer en el circulo vicioso del error.
Sin embargo, creo y es más, estoy segura, de que el estatus del "cristiano pecador" es distinto, ya que no es que un cristiano "quiera" realmente pecar, sino que muchas veces simplemente "la carne es débil".
Otras veces ocurre que se dan momentos de tentación, de prueba. Instantes en que el enemigo arremete con toda su fuerza en contra de nuestra fe.
Ante todo, creo fundamental que hay que tener muy claro la cosmovisión cristiana y específicamente lo que dice Cristo, lo que Él piensa de todo esto.
En primer lugar, Cristo tiene el poder de perdonar pecados, no importa cuan oscuros estos puedan llegar a ser, El puede limpiarlo y volverlo todo nuevo. Además, El ya nos purificó en su muerte, con su sangre, entonces, por muy bajo que caigamos, para Dios somos puros y santos, no por mérito propio, sino por obra de Jesús. Todo lo hizo El, y no olvidemos, YA ESTÁ HECHO, A NOSOTROS NOS QUEDA SOLO CREER Y ACTUAR EN CONSECUENCIA DE ESTA FE.
Por eso, no debemos prestar atención a aquellos pensamientos y emociones de culpabilidad, reproche. Tampoco tenemos que identificarnos con el pecado, sea cual sea el que nos haya llevado al error que tanto lamentamos. Debemos, en un acto de fe, proclamar nuestra identidad en Cristo, y no nuestra condición de pecadores, ya que para Dios esta naturaleza murió el día que aceptamos a Jesucristo.
No hay pecado que Dios no pueda perdonar. Menos aun cuando se ha tratado de debilidad y cansancio, y no de un corazón oscurecido. Para Dios cuentan los corazones puros y las buenas intenciones, aun cuando nuestra "performance" resulte muchas veces ser un fiasco, El ve el deseo de nuestro corazón, Dios ve lo invisible, lo que los hombres no perciben, y eso cuenta para Él.
Y además, no importa cuan bajo hayamos caído, cuanto nos hayamos alejado, tenemos en Cristo un sacerdote que expía nuestras transgresiones, y Él no es sacerdote ordinario, sino que al igual que nosotros, experimentó la debilidad y las tentaciones, y podemos recurrir a El, refugiarnos en su presencia cada vez que fallamos, y Jesús no nos echará fuera.
Unos versículos que me gustan mucho y que sintetizan mejor que yo esta idea son los de Hebreos 4 :14-16:
" Pero en Jesús, el Hijo de Dios, tenemos UN GRAN SUMO SACERDOTE que subió al mismo cielo a AYUDARNOS (y que bajó a la tierra también, añadido personal). NUNCA DEJEMOS DE CONFIAR EN EL. Nuestro sumo sacerdote ENTIENDE NUESTRAS DEBILIDADES, porque un día PASÓ POR LAS TENTACIONES QUE A DIARIO PASAMOS, si bien es cierto que nunca cedió a las mismas, y por lo tanto nunca cometió pecado. ACERQUEMONOS, PUES, CONFIADAMENTE al trono de Dios y hallemos allí MISERICORDIA Y GRACIA PARA EL MOMENTO EN QUE LO NECESITEMOS".
No olvidemos tampoco que estar bajo tentación no es sinónimo de identidad corrupta o pecadora. Si así fuera, entonces Jesús sería el más pecador del mundo, ya que fue tentado en todo momento e intensamente. Debemos distinguir muy bien entre lo que es la tentación, es decir, un pensamiento externo que basándose en alguna debilidad o deseo de la vieja naturaleza, se instala en nuestro ser esperando el momento en que consintamos en lo que sea que sea sugerido. Tenemos que pedir mucha fuerza a nuestro Padre para "resistir en el día malo", pero aun si fallamos y caemos, sabemos que Cristo está ahí, que Él conoció muy de cerca lo que es la debilidad y que está siempre dispuesto a perdonarnos y renovar nuestras energías vitales para la acción conforme al plan de Dios.
Y por sobre todo, recordemos siempre nuestra identidad en Jesús, y no consintamos, no importa cuan terrible haya sido nuestro error, en los sentimientos de culpabilidad, porque cuando Dios reprende lo hace con amor, nos muestra nuestras faltas y nos enseña, nos instruye, pero jamás nos humilla ni nos culpa. Nunca olvidemos que Dios es nuestro PADRE BUENO, y que al igual que un padre terrenal no nos amará menos porque hayamos cometido una falta.
Dios nos ama inexplicablemente y sólo busca nuestro bien.
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