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Todo Bautismo

Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.” (Mateo 28:19) El bautismo cristiano es una ordenanza establecida por el Señor Jesucristo para todos los creyentes. Por lo tanto, siendo un mandato divino, no es una “opción” personal.

EL SIGNIFICADO DE LA PALABRA “BAUTISMO”: En el original griego significa: sumergir o hundir. Un estudio del uso de esta palabra en la literatura griega a lo largo de un período de 2000 años permite comprobar que siempre conservó su significado básico sin cambios. Es decir que cada vez que se usa la palabra bautismo invariablemente tiene relación con una acción de inmersión. (colocar algo dentro del agua, sumergiéndolo completamente).

EL MODO DEL BAUTISMO: Considerando el concepto anterior, el bautismo debe ser efectuado por inmersión. Sólo de ese modo se ajusta al modelo bíblico establecido desde la iglesia primitiva. Este aspecto será comprendido mejor cuando consideremos más adelante la figura simbólica del bautismo.
En cuanto a la práctica de ciertas iglesias de bautizar por aspersión, es preciso advertir que no tiene ninguna base escritural, y que se originó en la creencia errónea de algunos grupos religiosos que le asignaron al bautismo un carácter imprescindible para alcanzar la salvación. De acuerdo con esa falsa interpretación, (que la salvación depende del bautismo) si una persona muriera sin ser bautizada estaría perdida. Por ello, cuando alguien tenía un impedimento (enfermedad, etc.) que le dificultaba bautizarse por inmersión, se lo bautizaba por aspersión a fin de “asegurar” su salvación. El primer registro del uso de la aspersión fue alrededor del año 250 d.C, cuando Novaciano (disidente del papado romano) yacía enfermo y pensó que iba a morir. Se hizo verter agua encima de la cama como un acto de bautismo.
En 1311 d.C la iglesia Católica, por el Concilio de Ravena, resolvió permitir la aspersión como modo aceptable de bautismo. Asimismo la iglesia Anglicana implantó el bautismo por aspersión en el año 1644, por voto del Parlamento.
Observamos así que la práctica de aspersión fue adoptada por esas iglesias y por otras muchas, sin ningún sustento bíblico, y por admitir doctrinas erróneas.

LAS INTERPRETACIONES FALSAS DEL BAUTISMO:

1) Que es necesario para la Salvación: Como vimos anteriormente, se trata de un serio error doctrinal, porque únicamente obtenemos salvación por la fe en Cristo como Salvador personal, sin que el bautismo sea un requisito para ser salvos.

“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8/9)

“Así que arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio” (Hechos 3:19)

No encontramos en las Escrituras ninguna prueba que permita afirmar que el bautismo es ineludible para ser salvo. El ladrón arrepentido crucificado junto al Señor Jesucristo no tuvo oportunidad de ser bautizado pero fue salvo porque creyó en el Señor (S.Lucas 23:40/43)

2) Que es necesario bautizar a los infantes: Los grupos religiosos que admiten la práctica errónea de bautizar a los niños pequeños, justifican ese proceder con alguno de los siguientes argumentos:

a) Que el bautismo es imprescindible para la salvación, y que al bautizarse cualquier persona es introducida en la grey cristiana. Entre ellos los bebés.
Ello carece de fundamento bíblico. Lo imprescindible para la salvación es la fe personal en Cristo. La fe siempre debe preceder al bautismo.
Un bebé no es responsable de pecado ni de sus propios actos. Aún no tiene la comprensión necesaria para tomar decisiones cabales. Por lo tanto, el bautismo no tiene valor ni significado cuando se lo administra a un bebé.
El bautismo no produce regeneración, ni introduce a nadie en la Iglesia de Cristo, ni lo coloca en la esfera cristiana. Es el Señor el que añade a la Iglesia a los que son salvos por la fe en Él. (Hch. 2:47) Lo que sí debe hacerse es instruir a los niños en la Palabra de Dios. “Y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús.” (2ª Tim. 3:15)

b) Que el bautismo reemplaza a la circuncisión. Esto no es verdad por los siguientes motivos:

1º- La circuncisión se les practicaba a los bebés varones judíos, pero el Nuevo Testamento registra el bautismo de mujeres. “Pero cuando creyeron a Felipe, que anunciaba el evangelio del reino de Dios y el Nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres”(Hechos 8:12) (Ver también el relato del bautismo de Lidia en Hechos 16:14/15). (Si el bautismo reemplazara a la circuncisión, sólo podrían bautizarse los varones)

2º- La circuncisión era obligatoria para los judíos y no tenía relación con la fe del bebé. Se le practicaba para vincularlo con el pacto de la circuncisión. (Hechos 7:8)

3º-El bautismo no vincula al creyente con ningún pacto, ni guarda relación con su nacionalidad. Un creyente se bautiza porque ya fue salvo por fe.

Por consiguiente, y a la luz de las Sagradas Escrituras, no puede justificarse el bautismo de bebés.

3) El bautismo es por aspersión porque representa la venida del Espíritu Santo sobre el creyente: Quienes afirman esto, razonan que si la Cena del Señor es figura de los acontecimientos del Calvario, no hace falta otra ordenanza como el bautismo para simbolizar el mismo evento. Por lo tanto cambian su significado, y como resultado se confunden en ambas cosas.
Ningún argumento es válido si se apoya en las deducciones humanas, sin el debido fundamento escritural.

¿QUIÉNES DEBEN SER BAUTIZADOS?:
Todos los creyentes, y sólo los creyentes.

“Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados” (Hechos 2:41)

“Y yendo por el camino, llegaron a cierta agua, y dijo el eunuco: Aquí hay agua: ¿qué impide que yo sea bautizado? Felipe dijo: Si crees de todo corazón, bien puedes. Y respondiendo, dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios. Y mandó parar el carro; y descendieron ambos al agua, Felipe y el eunuco, y le bautizó” (Hechos 8:36/38)

“Entonces una mujer llamada Lidia, vendedora de púrpura, de la ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios, estaba oyendo; y el Señor abrió el corazón de ella para que estuviese atenta a lo que Pablo decía. Y cuando fue bautizada, y su familia, nos rogó diciendo: Si habéis juzgado que yo sea fiel al Señor, entrad en mi cada, y posad. Y nos obligó a quedarnos.” (Hechos 16:14/15)

“Y Crispo, principal de la sinagoga, creyó en el Señor con toda su casa; y muchos de los corintios , oyendo, creían y eran bautizados” (Hechos 18:8)

EL SIMBOLISMO DEL BAUTISMO: Como vimos antes, el bautismo requiere la inmersión completa del creyente en el agua. Esto es así porque el bautismo es una figura simbólica de la identificación espiritual del creyente con la muerte, sepultura y resurrección del Señor Jesucristo. El bautismo en agua es una demostración visual del bautismo en Cristo (ya efectuado en el momento de la conversión). Exhibe al creyente siendo sumergido en las aguas de la muerte (en la persona del Señor Jesús) , y presenta al nuevo hombre en Cristo, levantándose para andar en novedad de vida. Al ser sumergido bajo el agua el creyente da testimonio de que todo lo que era como pecaminoso hijo de Adán fue llevado a la muerte en la cruz. Al salir del agua está manifestando que “ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí, y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí (Gálatas 2:20).

EL PROPÓSITO DEL BAUTISMO:
1) Obedecer el mandato del Señor: El bautismo no otorga la salvación, pero cada creyente recibe la aprobación del Señor cuando le obedece en su mandato, con el gozo resultante.

2) Dar testimonio de la identificación del creyente con Cristo, según lo examinado anteriormente.

3) Dar testimonio de la identificación del creyente con la Iglesia. La identificación con Cristo es al mismo tiempo la identificación con su cuerpo, la Iglesia.
La muerte y resurrección con Cristo no sólo se refieren a la unión personal con Cristo, sino también a la unidad con su cuerpo, compuesto por muchos miembros. “Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo. Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo…” (1ª Cor. 12:12/13)

4) Ser reconocido como miembro de una iglesia local, en función de lo anterior.
En Hechos 2:41/42 leemos textualmente: “Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas. Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones.”
Luego de convertirse a Cristo, los creyentes fueron bautizados y se añadieron a la iglesia local para “perseverar” en todas las actividades de la misma, incluyendo la participación en la Cena del Señor.

OTRAS OBSERVACIONES:
Referente al agua: El bautismo se realiza en cualquier lugar donde pueda disponerse de suficiente agua, ya sea un río, el mar o una pileta. El agua, aparte de su composición natural, no posee virtud alguna. No adquiere para el bautismo propiedades espirituales ni milagrosas. Por lo tanto, es y seguirá siendo simplemente agua, y no se la debe considerar como “agua bendita” en el sentido que le otorgan algunas religiones.

Referente a los que intervienen: El bautismo es un acto público, y se realiza por la previa confesión de fe del hermano bautizado y bajo su responsabilidad.
El bautismo puede ser administrado por cualquier creyente en comunión caracterizado para tal fin.
Ni a través del bautismo, ni por ningún otro medio, los hombres pueden comunicar energía espiritual o facultades extraordinarias. De manera que el valor del bautismo no está dado por los dones o el renombre del que bautiza.
“¿Acaso está dividido Cristo? ¿Fue crucificado Pablo por vosotros? ¿O fuisteis bautizados en el nombre de Pablo? (1ª Cor. 1:13).

LA PARTICIPACIÓN EN LA CENA DEL SEÑOR: En Hechos 2 encontramos que los que fueron bautizados “perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones.”
Las ordenanzas para la iglesia son dos: 1) El Bautismo y 2) La Cena del Señor. Ambas fueron ordenadas por el Señor y se refieren a prácticas de significado simbólico en conmemoración o recuerdo de acontecimientos históricos de gran importancia.

Fuente:Prisionerodecristo
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