En el año 2007, una popular revista de ciencia publicó un artículo de tapa titulado “Lo que no sabemos acerca de…” El artículo presentaba secciones breves sobre misterios sin solución, tales como “¿Por qué dormimos?”, “El tiempo ¿es una ilusión?, “¿Qué hay en el núcleo de la tierra?”, “¿De qué está hecho el universo?” y “¿Por qué no podemos predecir el clima?”
Después de centenares de años de progreso científico, sobre estos temas básicos ¡todavía estamos en tinieblas!
Afortunadamente, para las preguntas más básicas (y mucho más importantes que la pregunta “‘¿Qué hay en el núcleo de la tierra?”) -preguntas como “¿De donde venimos?”, “¿Por qué estamos aquí?” y “¿Hacia dónde vamos?”-, no hemos quedado en la oscuridad. En cambio, Dios nos ha revelado, en la Biblia, las respuestas a estos interrogantes fundamentales. Y, entre esas revelaciones que se nos dan en las Escrituras, tenemos los escritos de Juan el evangelista.
Este trimestre, en lugar de estudiar el Evangelio de Juan (su propio informe inspirado como testigo ocular de Jesús), o el libro del Apocalipsis (que él también escribió), estudiaremos sus tres cartas. Aunque dirigidas a ciertas iglesias y a determinadas personas de su tiempo, tratan temas relevantes para nosotros hoy, temas como las falsas doctrinas, el pecado, el amor, la apostasía y la obediencia. Pero, lo más importante es que tratan acerca de Jesucristo, aquel por medio del cual fuimos creados (”¿Cómo llegamos aquí?”), aquel que da significado y propósito a nuestra existencia (”¿Por qué estamos aquí?”), y aquel que promete volver y resucitarnos para vida eterna (”¿Hacia dónde vamos?”). En resumen, en Jesús encontramos las respuestas a las preguntas más importantes.
Así como muchas de las cartas del Nuevo Testamento, las que escribió Juan no aparecen en un vacío. Por el contrario, fueron escritas para atender problemas que algunas iglesias enfrentaban en ese tiempo. Uno de sus temas es la naturaleza de Cristo, que para Juan no era mera teología abstracta sino un tema que impacta la comprensión que tiene el cristiano de la verdad. Para Juan, negar que Jesús había “venido en carne” sería llevarnos, en última instancia, a un concepto del pecado y de la redención que difiere radicalmente de la enseñanza bíblica. Nos conduciría a una dinámica diferente en la comunidad de los creyentes y a una relación diferente con el “mundo”. Finalmente, nos llevaría a la apostasía y a la ruina. De allí la importancia de este tema.
En realidad, mientras se estudian los pasajes y los temas de estas epístolas, necesitamos recordar que todos ellos están relacionados con Jesús. Siempre que los analicemos, también analizaremos quién es Jesús, qué hizo él por nosotros y también qué promete hacer por nosotros.
De este modo, las tres epístolas de Juan se refieren a problemas pertinentes para la iglesia actual. Haríamos bien en prestar atención a ellas, porque creemos que, en última instancia, es Dios quien nos habla por medio de las palabras de Juan, el Dios que -aunque no nos responda a preguntas como “¿Qué hay en el núcleo de la tierra?” -nos ha revelado verdades acerca de un fundamento más grande y firme sobre el cual podemos descansar: nuestro Creador y Redentor, Cristo Jesús.
Nacido en Alemania, Ekkhardt Mueller, doctor en Teología y en Ministerio, es uno de los directores asociados del Instituto de Investigación Bíblica de la Asociación General, en Silver Spring, Maryland, EE.UU. Sus especialidades son Nuevo Testamento, el libro de Apocalipsis, hermenéutica y teología aplicada. Está casado y tiene dos hijos adultos.
Fuente: Adventist Youth Online
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