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La Mayordomía y Vida Estudiantil

Por: Erika Puni
Soy estudiante y no tengo un trabajo fijo. ¿Debería pagar el diezmo de lo que gano de vez en cuando o del dinero que me dan como regalo para mi cumpleaños o Navidad? 

  Como mayordomos/discípulos de Jesús no “pagamos” el diezmo. Por el contrario lo “devolvemos” ya que ¡el diezmo pertenece a Dios! Al diezmar estamos simplemente devolviendo a Dios lo que es legítimamente suyo.

La Biblia enseña claramente que la décima parte de nuestras ganancias se devuelven como un acto de adoración a Dios; se trata de una experiencia espiritual entre el creyente y el Creador. En la devolución de los diezmos expresas tu fidelidad en relación al pacto que tienes con Jesucristo. El diezmo no tiene nada que ver con ser bautizado y pertenecer a la iglesia o ser un estudiante. Ni siquiera se trata de estar empleado (tiempo completo o parcial). Pero sí tiene que ver con nuestro reconocimiento de Jesús como Salvador y Señor de nuestra vida, en cualquier lugar o circunstancia en que nos encontremos.Respondo a tu pregunta con un enfático sí.

Teniendo en cuenta los principios bíblicos (adoración, relacionamiento, señorío) compartidos anteriormente, he llegado a comprender que la devolución del diezmo no es una cuestión financiera, sino un acto espiritual de fe y confianza en Dios. De hecho, no es una opción, sino que tenemos el privilegio de ser socios de Dios. Es una demostración de nuestro amor hacia él.

A través del diezmo reconocemos a Dios como el Creador del Universo, dueño de todo lo que está en el mundo, y sustentador de la vida. Dios es también el dador de todo bien, incluidos nuestros ingresos a través del trabajo y los regalos recibidos a través de la generosidad de los demás. Poco o mucho, ricos o pobres, no son variables a tener en cuenta; se trata de adoración y fidelidad a Dios.

  ¿Cómo se aplica la mayordomía en mi caso de estudiante universitario? En este momento necesito dinero y no estoy en condiciones de dar dinero de ofrenda,aunque me gustaría ser capaz de hacerlo. 
 Es lamentable que muchos en la iglesia entienden mayordomía solamente en términos de dinero –el diezmo y las ofrendas. Por el contrario, la mayordomía bíblica trata del señorío de Jesucristo en todos los ámbitos de la vida del creyente. Esta comprensión holística o integral de la mayordomía se centra nuevamente en Dios, y no en el discípulo/mayordomo. Reconoce la mayordomía como una respuesta del corazón, es una forma de vida (estilo de vida) bajo la conducción de Jesús. Desde esta perspectiva, acepto que ser adventista del séptimo día significa que Jesús es el Señor de mis pensamientos, adoración, liderazgo, relaciones, posesiones; esto conlleva mi cuerpo, mis finanzas, mi lenguaje e inclusive mis estudios.

Entonces, ¿cómo es que la mayordomía bíblica se aplica a un estudiante universitario? La razón es que se aplica a todas las facetas de la vida.
La mayordomía es “todo” de mí (la totalidad de mi experiencia humana y mi ser) en respuesta a “todo” lo de Dios. Yo mismo como ex estudiante universitario, y habiendo estudiado en dos ocasiones fuera de Samoa, mi país de origen, sé muy bien lo que es vivir y sobrevivir con muy poco o ningún dinero. En el Colegio de Fulton, Fiyi, donde llevé a cabo mi formación ministerial básica, tuve la bendición de trabajar en la institución en pago de una parte de la cuota de la universidad. Ser capaz de contribuir aunque sea en una pequeña parte del costo financiero de mi educación teológica fue una cosa positiva, porque me ense-ñó la lección de la autosustentación, el valor del trabajo y de asumir la responsabilidad de esta parte de mi desarrollo y vida personal.

También fui un beneficiario de un par de pequeñas becas disponibles gracias a las amables donaciones de miembros de iglesia de Australia y los Estados Unidos. Mi familia me enviaba dinero de vez en cuando, y siempre estaré agradecido a Dios por su apoyo a través de estos buenos samaritanos cuya generosidad me permitió terminar mis estudios sin ninguna deuda. Curiosamente, no recuerdo un sábado en que no haya tenido una ofrenda para dar a Dios como parte de mi adoración. Él siempre proveyó para mis necesidades,incluso el dinero para que expresara mi agradecimiento y gratitud hacia él. Algunos años más tarde, mientras estudiaba en la Universidad de Loma Linda y en el Seminario Teológico Fuller (ambos en los Estados Unidos), pasé por una experiencia similar a la del Colegio de Fulton. En Loma Linda, por ejemplo, trabajé en el departamento de seguridad de la universidad y colaboré con diferentes iglesias adventistas, tanto sea en la predicación, la conducción de seminarios de entrenamiento o en programas de evangelización.

Durante los tres años de mi programa doctoral en Fuller, tuve el privilegio de tener alojamiento gratuito en una iglesia adventista a cambio de ayudar en el cuidado y limpieza semanal de las instalaciones. Este arreglo fue providencial y una absoluta bendición de Dios. Pero además del dinero ganado y ahorrado con el trabajo que hice, también fui capaz de administrar los escasos recursos financieros que tenía y con mucho cuidado utilizarlos para lo que era importante (diezmos, ofrendas, los pagos a la universidad) y lo que era necesario (artículos básicos de alimentación y vestimenta).

 La mayordomía incluye vivir dentro de los propios medios, y no entrar en deudas. En retrospectiva, lo que en aquel entonces me ayudó a dar (más allá de diezmo) como estudiante, e incluso ahora, es el hecho de que las ofrendas estaban en mi pensamiento y planificaba en consecuencia con antelación al sábado. La entrega de las ofrendas nunca fue una opción, sino que era una parte integral de mi adoración sabática y un privilegio a través del cual podía expresar mi gratitud a Dios, por Jesús y por todo lo que había hecho por mí.

 ¿Alguna vez me sentí tentado a no dar ofrendas debido a mis reales necesidades como estudiante? Sí, muchas veces. ¿Fui siempre fiel en mi administración financiera? No, pero Dios perdonó mi fracaso e infidelidad y experimenté su gracia para comenzar una nueva vida. La mayordomía que he aprendido no sólo se trata de dinero, sino de mi voluntad de permitir que Jesús venga a mi vida y tome el control completo de mí. La mayordomía es un estilo de vida donde entrego cada parte de mí (incluidas mis finanzas) a Dios; las 24 horas de los siete días semanales.

Sobre Autora:
Erika Puni (PhD., Fuller Theological Seminary, Pasadena, California) es el director del Departamento de Mayordomía en la Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.
E-mail: punie@gc.adventist.org.

Fuente: Dialogo Universitario
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