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Judíos: ¿Son los Judíos el pueblo elegido de Dios?


Mucha gente está preguntando acerca de los judíos como el pueblo de Dios. ¿ Son los Judíos el pueblo de Dios hoy? ¿Hay profecías o indicaciones de Dios sobre cómo los cristianos deben tratar con ellos? ¿Son las cosas que están ocurriendo en Palestina una indicación de la venida de Jesús? ¿Qué acerca de la herencia de los Judíos y cuándo la recibirán?

La Biblia es clara en este asunto y es importante para nosotros. Debemos entender que el término “judío” como es usado en los evangelios es predominantemente usado para denotar los líderes religiosos del tiempo de Jesús. Otros términos fueron usados al hablar de la gente, tal como “la gran multitud del pueblo le oía de buena gana” (Marcos 12:37). También debemos tener en mente que la iglesia primitiva fue casi completamente judía. Por más de tres años el evangelio circuló por Jerusalén y Judea antes ser llevado a los gentiles. Los tres mil sumados a la iglesia en el día del Pentecostés eran de descendencia judía...

RECHAZO DE JESÚS

En el juicio de Jesús los judíos clamaron para que la sangre de Jesús sea sobre ellos y sobre sus hijos (Mateo 27:25). Todavía Jesús envió a sus discípulos (quienes también eran judíos) a predicar a los judíos, y ellos lo hicieron hasta que los romanos destruyeron su nación en el año 70 DC. Nosotros deberíamos amarlos tanto como Jesús los ama, y además debemos saber que muchos de ellos están aceptando a Jesús como su Mesías. Ellos necesitan de Jesús tanto como nosotros: “no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombre, en que podamos ser salvos” Hechos 4:12. Pablo amó a su gente y oró por ellos. “Hermanos, ciertamente el anhelo de mi corazón, y mi oración a Dios por Israel, es para salvación. Porque yo les doy testimonio de que tienen celo de Dios, pero no conforme a ciencia. Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios; porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree,” Romanos 10:1-4. Pablo los amó y seriamente quiso que fueran salvos. Nosotros deberíamos tener la misma actitud amante. Jesús nos dijo que vayamos al mundo y prediquemos el evangelio a toda nación, tribu, lengua y pueblo. Ellos, como un pueblo, ciertamente caen en esta amplia categoría. Los cristianos deberían buscar darles el evangelio tanto como a cualquier otro pueblo. Es más, algunos de ellos están ayudando a llevar el evangelio a su propia gente.

SALVACIÓN DE LOS JUDÍOS

Tenemos que leer Romanos 11. En el segundo versículo Pablo dice que Israel no es echado fuera y apunta a él mismo como evidencia. Él llegó a ser un seguidor de Cristo y trabajó por la salvación de los judíos a través de todo su ministerio, aunque también fue el apóstol a los gentiles. En el versículo 7 dice, “Lo que buscaba Israel, no lo ha alcanzado.” Luego en los versos 19-22 donde está hablando sobre nosotros (los gentiles) siendo injertados en su árbol de olivo, dice: “Pues las ramas, dirás, fueron desgajadas para que yo fuese injertado. Bien; por su incredulidad fueron desgajadas, pero tú por la fe estás en pie. No te ensoberbezcas, sino teme. Porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, a ti tampoco te perdonará. Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; la severidad ciertamente para con los que cayeron, pero la bondad para contigo, si permaneces en esa bondad; pues de otra manera tú también serás cortado.” Las palabras “no perdonó” nos hacen saber que como una nación él no consideró más a los judíos como el pueblo de Dios. Como individuos ellos todavía pueden tener salvación; como individuos no son diferentes a otros. Como nación, también, no son diferentes: todos necesitan a Jesús. Ahora considera Gálatas 3:29, “Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa.” Todas las promesas de la Escritura son para el pueblo de Dios. Hoy los cristianos son ese pueblo si “permanecen en esa bondad (de Dios)” Romanos 11:22.

Como individuos, los judíos tienen tanta posibilidad de salvación como los gentiles. Cuando Pablo comenzó su ministerio, la iglesia cristiana estaba compuesta en gran parte por judíos. Hubo muchos que creyeron y vinieron a Cristo. Pedro dijo a los líderes judíos: “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” Hechos 4:12. Judíos o gentiles, no hay diferencia, todos somos salvos a través de Jesucristo. Hay muchos judíos cristianos hoy en día.

JUDÍOS DE NUEVO A ISRAEL

Algunos parecen pensar que los judíos deben volver a Israel y retomar los antiguos sacrificios. Esto simplemente no tiene sentido porque eran judíos (Pedro y Juan en Hechos 4:8-13) hablando a judíos, quienes proclamaron a Jesús el único nombre en que cualquier hombre puede ser salvo. Es evidente que los judíos estaban incluidos. La Biblia es clara en que los sacrificios terminaron en cuanto a lo que Dios concierne con la muerte de Jesús, el Cordero de Dios. Mateo 27:51 dice, “Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron.” Cuando Dios rasgó aquel pesado velo de arriba abajo, señalo el final de los sacrificios animales. Es cierto que los sacrificios continuaron por un tiempo después de la muerte de Jesús pero perdieron su significado. El verdadero Sacrificio había sido ofrecido. Ellos instalaron un nuevo velo. Pero en el año 70 DC. Tito, el comandante Romano, vino contra Jerusalén y la destruyó. Jesús había predicho que ni una piedra del tempo quedaría sobre otra. Tito dio la orden de salvar el hermoso templo, que fue construido por Herodes. Los defensores judíos encontraron refugio en el templo y siguieron disparando flechas a los romanos. Los soldados se enojaron tanto con el hostigamiento que incendiaron el templo. El calor del rabioso fuego derritió todo el oro y éste se escurrió en las ranuras de las piedras y los soldados lo saquearon para conseguir el oro.

RECONTRUCCIÓN DEL TEMPLO

Sin templo, los judíos no han tenido sacrificios desde entonces. Ahora, como si Dios estuviera diciendo “no habrá más sacrificios”, el montaje del templo tiene una mezquita musulmana sobre él. ¿Puede alguien imaginar el alboroto que sería si los judíos fueran a destruir la mezquita para reconstruir su templo? Alguna vez entre 1996 y 1997 la Revista Arqueológica Bíblica publicó una historia sobre el montaje del templo y tuvo fotos de la mezquita. También tuvieron una foto de un lugar marcado en la roca que los estudiosos creen que fue el lugar donde el arca del pacto estuvo asentada en el templo de Salomón.

LOS JUDÍOS EN LA PROFECÍA BÍBLICA

Deberíamos orar por el pueblo judío de hoy para que pueden individualmente venir a Jesús. Esto es consistente con las instrucciones de Dios a Israel. “Mas si obstinadamente os apartareis de mí vosotros y vuestro hijos, y no guardareis mis mandamientos y mis estatutos que yo he puesto delante de vosotros, sino que fuereis y sirviereis a dioses ajenos, y los adorareis; yo cortaré a Israel de sobre la faz de la tierra que les he entregado; y esta casa que he santificado a mi nombre, yo la echaré de delante de mí, e Israel será por proverbio y refrán a todos los pueblos; y esta casa, que estaba en estima, cualquiera que pase por ella se asombrará, y se burlará, y dirá: ¿Por qué ha hecho así Jehová a esta tierra y a esta casa?” 1° Reyes 9:6-8. En Romanos 11 Pablo dice que lo mismo les puede suceder a los cristianos. Debemos continuar nuestra relación con Jesús de corazón o perderemos nuestro rumbo. También nota la condición dada en la promesa a Salomón, “Si tu le buscares, lo hallarás; mas si lo dejares, él te desechará para siempre” 1° Crónicas 28:9 up. Lee también Deuteronomio 8:20. Ésta es una advertencia para los cristianos tanto como lo fue para el Israel antiguo.

HERENCIA JUDÍA

Dios prometió a Abraham que le daría a él y a su descendencia la tierra de Canaán, Génesis 12:7. Tomó varios años para que fuera cumplida, ya que Dios tuvo que dar a los descendientes de Abraham tiempo para multiplicarse y ser una nación grande. El libro de Josué cuenta la historia de Israel cuando recibió la herencia. Primero con la ayude del Señor derrocaron a los habitantes de la tierra y luego Josué la repartió entre las tribus bajo la dirección de Dios. Josué, en los capítulos 13 al 22, cuenta sobre la división de la tierra a las 12 tribus de Israel. Gálatas 3:29 nos dice: “Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa.” Todos los verdaderos cristianos serán herederos de la Canaán celestial, herederos de la promesa dada a Abraham. Incluso Abraham mismo “esperó la ciudad que tiene fundamento, cuyo arquitecto y constructor es Dios” Hebreos 11:10. Esto deja claro que el reino de los cielos era la promesa real.

Ese es el real cumplimiento, el cual será eterno. A través de Jesús podemos obtener acceso a un reino que nunca pasará. “Y que el reino, y el dominio y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo, sea dado al pueblo de los santos del Altísimo, cuyo reino es reino eterno, y todos los dominios le servirán y obedecerán,” Daniel 7:27. ¡Qué gloriosa promesa tenemos en Jesús nuestro Señor!

El rechazo corporativo de la nación hacia Jesús les causó, como nación, perder la herencia final. Esa herencia ha pasado a todos los que aceptan al Mesías (Jesús) como su Salvador personal. Pero como cristianos hemos sido injertados en su árbol de olivo, y podemos ser cortados tan seguramente como su nación lo fue, Romanos 11:21, 22.

Si los Judíos, como nación, hubieran aceptado al Mesías, hubieran sido la iglesia a través de la cual Dios trabajaría para traer el evangelio a todo el mundo. Era su evangelio, pero ellos rechazaron llevarlo. Así nació la iglesia cristiana y podemos decir que no hemos hecho demasiado bien las cosas tampoco. Considera este triste pero profundo pasaje: “En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. A los suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios,” Juan 1:10-13. Juan (un judío) debe haberse entristecido mientras escribía este pasaje. Sin embargo el debió escribirlo, porque lo hizo por la inspiración del Espíritu Santo. Ver 2° Pedro 1:19, 20.

EL TRONO DE DAVID

En Mateo 1:1-17 el autor recorre grandes longitudes para mostrar que Jesús es del linaje de David, yendo desde Abraham hasta José el padre terrenal de Jesús. Lucas 3: 23-38 hace lo mismo pero hacia atrás. Él comienza con Jesús y va hacia atrás en el tiempo hasta llegar a Adán. Ambas genealogías concuerdan y pasan por David y Salomón. Dios prometió el trono a David por siempre. “Y el rey Salomón será bendito, y el trono de David será firme perpetuamente delante de Jehová,” 1° Reyes 2:45. Luego en 1° Crónicas 28:9, Salomón fue advertido de que la promesa era condicional. Zedequías fue el último rey de Israel. Después de la cautividad Babilónica, los judíos nunca tuvieron un rey, sólo gobernadores, ya que estuvieron bajo el dominio de otros reyes. Los reyes Herodes del tiempo de Jesús no fueron del linaje de David y fueron puestos por el César romano. Israel había perdido su reino y nunca lo recuperó de vuelta. Pero todavía la asegurada promesa de Dios sobre el reino y el trono son válidos aunque las circunstancias han cambiado. Daniel deja claro que el reino será dado al “pueblo de los santo del Altísimo…” Daniel 7:27. Gálatas 3:29 deja claro que TODOS los que hacen a Jesús rey de sus vidas heredarán las promesas hechas a Abraham ya que serán contados como simiente de Abraham. Así de importante como esta promesa es la promesa del trono real de David. Dos de los escritores evangelistas han tomado el tiempo de darnos el linaje real de Jesús. ¿Por qué? ¿Sólo porque es información interesante? Para nada. Jesús es de linaje real en cumplimiento de la promesa hecha a David.

Isaías aclaró que el Mesías iba a venir del linaje de David. “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Lo dilatado de su impero y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto,” Isaías 9:6-7. El reino que Dios establece es para siempre. Daniel lo aclara en Daniel 2:44. Luego en Daniel 7:13, 14 encontramos “uno como un hijo de hombre” traído “con las nubes del cielo” ante el trono del juicio de Dios (vers. 9-10) y dominio y un reino le fue dado. Su dominio y reino son ambos eternos incluso usando las palabras “que nunca pasará.” Coronemos a Jesús rey de nuestras vidas hoy. Algún día cuando Él regrese, vendrá como Rey de reyes y Señor de señores, Apocalipsis 19:16. Esto hace al trono de David eterno. Algunos claman que Jesús no está en el Antiguo Testamento. Pablo no concuerda con esa posición ni tampoco Jesús. Pablo, hablando de los Israelitas de los días de Moisés dice: “y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo,” 1° Corintios 10:4. Jesús dijo: “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ella son las que dan testimonio de mí,” Juan 5:39. Cuando uno se detiene a pensar que las Escrituras del Antiguo Testamento que eran las únicas Escrituras disponibles cuando Jesús dijo eso, uno se da cuenta que Jesús está a través de todo el Antiguo Testamento.

Pablo, educado como fariseo, dijo: “donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos,” Colosenses 3:11. En Cristo el Antiguo y el Nuevo Testamento se juntan y todas las promesas ahora serán cumplidas en el Israel espiritual.



Fuente: bibleinfo.com
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Acerca de Todo Adventista Techs

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